Individualismo,
soledad, inhumano, hostilidad... Hoy las palabras me salen agrias,
ásperas. Y es que en el cielo negro de mi mundo está diluviando. Un
rayo lo atraviesa. Hace tiempo que no se le ven estrellas, y hoy ha
terminado por cubrirse de la oscura bruma de mi tristeza.
Hola
mundo cruel, una vez mas has zarandeado mi espíritu. Felicidades…,
has logrado que algo dentro de mí muera para siempre. Quizá, mi
corazón…
Puede
que el mundo me haya vuelto indolente por
fin.
Mis sentimientos parecen estar tras un grueso velo y cada vez me
cuesta más
retirarlo. ¿Puede el corazón dejar de sentir? Nunca me había
sentido tan aislada de la realidad. Nunca pensé que me planteara:
¿qué es el amor, el afecto, el cariño...? En definitiva. ¿Qué
hay de las buenas sensaciones de
mi alma?
El
significado de las cosas pierde su valor, el valor que nosotros
mismos les hemos dado… Un giro de ciento ochenta grados lo vuelve
todo muy diferente ¿Por qué seguir pensando en éstas pantomimas si
ya todo cambió? ¿Por qué no aceptarlo? Nada volverá… Todo se
irá precipitando más y más al abismo del negro futuro.
No
hay estaca más dura que la realidad, la vida… Una vez clavada en
el corazón, no es posible retirarla; se va hundiendo más y más a
medida que pasan los años… ¿Cuántos antes que yo lloraron por
esto? ¿Es posible hallar sensibilidad incluso en rincones tan
oscuros, como lo son, los habidos y por haber en la cárcel de la
vida, la sociedad? ¿Cómo es posible que, estando en éste estado,
pueda escribir alguna línea? ¿Qué es lo que me incita a ello…?
No sabría explicarlo… Pero parece una fuerza sobrehumana,
interior…
¿Por
qué nadie me comprende? Me siento nauseabunda. Mis propios pensamientos me
envenenan. Ojalá muriera y escapara de este iceberg… El mundo se
encarga de hundirme día a día. Pero nadie me ayuda, y a nadie le
interesa si sufro o muero… Odio la vida… Odio sentir… Odio el
negro cuando significa luto... Odio su lugar vacío…, odio las
fiestas con significado… si es que el significado se torna dolor en
su ausencia…
Siento
mi corazón morir cuando miro su sitio y, veo que el hueco está
vacío. Su ausencia incrementa las ansias por llorar, pero; el nudo
no se desata, y el dolor continua oprimiendo mi alma rota de pesar.
La
vida, mazazo tras mazazo, asesta puñaladas sin piedad. No llores (me
susurro), ó estarás demostrando tu debilidad y, en este juego, lo
único que vale para ganar son la rabia y la fuerza para aguantar.
La
soledad… ¿Por qué parece que me pesa estar a solas, si tantas
veces lo he anhelado y no la he obtenido? Cuando por fin la consigo,
es un pesar… ¿Por qué soy una contradicción? ¿Esto le sucede a
todo el mundo o… sólo a mí?
¡Tú!
¡¿Tienes que volver ahora…?! ¡Tanto que te necesitaba antes y,
ahora que estoy tomando otro rumbo, vuelves con ínfulas de
sobrenatural…! Te hablo a ti… voz interior…
En
este teatro que es la vida, ha de ser la marioneta más andrajosa la
que garantice el más grandioso espectáculo…
… Definitivamente…
hay una tormenta dentro de mí…
¡Ay!
Qué fácil seria si la masa pudiera ser moldeada de nuevo. Si
pudiéramos disipar nuestras nieblas con el simple gesto de una mano.
Si pudiéramos modelar al antojo. Si dejaran aflorar las maravillosas
rarezas humanas… Sin duda, la grieta más profunda de la sociedad,
es la ignorancia.
Todo
evoca al individualismo a pesar de necesitar una sociedad para
subsistir. Pero es inevitable que la soledad nos invada tarde o
temprano. Y, ahora, aunque estoy sola, no me siento más aislada de
todos de lo que me sentiré en esa noche de navidad; en la que
tomaremos asiento rodeando la mesa familiar, omitiendo un lugar
privilegiado, un lugar que arde dolorosamente en mi corazón.
¿Quién
pudiera imaginar que aún te lloro? ¡Oh, celestial pasado que sigues
rondando mi mente! Nunca estarás lejos de mí, pues te sigo llevando
en el corazón.
¡Oh,
celestial pasado que sigues vigente en mi memoria! Sigues inspirando
a este putrefacto corazón, muerto desde hace tiempo… ¿Qué es lo
que le impulsa a seguir adelante? Borracha de mi melancolía me
encuentro en esta fría noche de diciembre. Son muchos los recuerdos
que golpean incesantes mi alma. Son muchas las lágrimas invertidas
en el ayer perdido. Y es tanta la satisfacción del pasado que cuesta
terriblemente desprenderse de él ¡Oh, celestial pasado que adornas
el presente con borlas de dolor! Cada nuevo paso parece ser la
ejecución del ser, matándolo poco a poco. Peligrosa es la marea de
la cordura, en la que me encuentro. A veces sube y, otras baja en
exceso.
No
conviene deleitarse en los recuerdos… Aunque a veces, resulta
imposible no sumergirse en un sinfín de buenas aventuras pasadas…