sábado, 7 de marzo de 2015

Reflexiones de un diciembre pasado



Individualismo, soledad, inhumano, hostilidad... Hoy las palabras me salen agrias, ásperas. Y es que en el cielo negro de mi mundo está diluviando. Un rayo lo atraviesa. Hace tiempo que no se le ven estrellas, y hoy ha terminado por cubrirse de la oscura bruma de mi tristeza.
Hola mundo cruel, una vez mas has zarandeado mi espíritu. Felicidades…, has logrado que algo dentro de mí muera para siempre. Quizá, mi corazón…
Puede que el mundo me haya vuelto indolente por fin. Mis sentimientos parecen estar tras un grueso velo y cada vez me cuesta más retirarlo. ¿Puede el corazón dejar de sentir? Nunca me había sentido tan aislada de la realidad. Nunca pensé que me planteara: ¿qué es el amor, el afecto, el cariño...? En definitiva. ¿Qué hay de las buenas sensaciones de mi alma?
El significado de las cosas pierde su valor, el valor que nosotros mismos les hemos dado… Un giro de ciento ochenta grados lo vuelve todo muy diferente ¿Por qué seguir pensando en éstas pantomimas si ya todo cambió? ¿Por qué no aceptarlo? Nada volverá… Todo se irá precipitando más y más al abismo del negro futuro.

No hay estaca más dura que la realidad, la vida… Una vez clavada en el corazón, no es posible retirarla; se va hundiendo más y más a medida que pasan los años… ¿Cuántos antes que yo lloraron por esto? ¿Es posible hallar sensibilidad incluso en rincones tan oscuros, como lo son, los habidos y por haber en la cárcel de la vida, la sociedad? ¿Cómo es posible que, estando en éste estado, pueda escribir alguna línea? ¿Qué es lo que me incita a ello…? No sabría explicarlo… Pero parece una fuerza sobrehumana, interior…
¿Por qué nadie me comprende? Me siento nauseabunda. Mis propios pensamientos me envenenan. Ojalá muriera y escapara de este iceberg… El mundo se encarga de hundirme día a día. Pero nadie me ayuda, y a nadie le interesa si sufro o muero… Odio la vida… Odio sentir… Odio el negro cuando significa luto... Odio su lugar vacío…, odio las fiestas con significado… si es que el significado se torna dolor en su ausencia…
Siento mi corazón morir cuando miro su sitio y, veo que el hueco está vacío. Su ausencia incrementa las ansias por llorar, pero; el nudo no se desata, y el dolor continua oprimiendo mi alma rota de pesar.

La vida, mazazo tras mazazo, asesta puñaladas sin piedad. No llores (me susurro), ó estarás demostrando tu debilidad y, en este juego, lo único que vale para ganar son la rabia y la fuerza para aguantar.

La soledad… ¿Por qué parece que me pesa estar a solas, si tantas veces lo he anhelado y no la he obtenido? Cuando por fin la consigo, es un pesar… ¿Por qué soy una contradicción? ¿Esto le sucede a todo el mundo o… sólo a mí?

¡Tú! ¡¿Tienes que volver ahora…?! ¡Tanto que te necesitaba antes y, ahora que estoy tomando otro rumbo, vuelves con ínfulas de sobrenatural…! Te hablo a ti… voz interior…

En este teatro que es la vida, ha de ser la marioneta más andrajosa la que garantice el más grandioso espectáculo…
Definitivamente… hay una tormenta dentro de mí…
¡Ay! Qué fácil seria si la masa pudiera ser moldeada de nuevo. Si pudiéramos disipar nuestras nieblas con el simple gesto de una mano. Si pudiéramos modelar al antojo. Si dejaran aflorar las maravillosas rarezas humanas… Sin duda, la grieta más profunda de la sociedad, es la ignorancia.

Todo evoca al individualismo a pesar de necesitar una sociedad para subsistir. Pero es inevitable que la soledad nos invada tarde o temprano. Y, ahora, aunque estoy sola, no me siento más aislada de todos de lo que me sentiré en esa noche de navidad; en la que tomaremos asiento rodeando la mesa familiar, omitiendo un lugar privilegiado, un lugar que arde dolorosamente en mi corazón.
¿Quién pudiera imaginar que aún te lloro? ¡Oh, celestial pasado que sigues rondando mi mente! Nunca estarás lejos de mí, pues te sigo llevando en el corazón.
¡Oh, celestial pasado que sigues vigente en mi memoria! Sigues inspirando a este putrefacto corazón, muerto desde hace tiempo… ¿Qué es lo que le impulsa a seguir adelante? Borracha de mi melancolía me encuentro en esta fría noche de diciembre. Son muchos los recuerdos que golpean incesantes mi alma. Son muchas las lágrimas invertidas en el ayer perdido. Y es tanta la satisfacción del pasado que cuesta terriblemente desprenderse de él ¡Oh, celestial pasado que adornas el presente con borlas de dolor! Cada nuevo paso parece ser la ejecución del ser, matándolo poco a poco. Peligrosa es la marea de la cordura, en la que me encuentro. A veces sube y, otras baja en exceso.

No conviene deleitarse en los recuerdos… Aunque a veces, resulta imposible no sumergirse en un sinfín de buenas aventuras pasadas…


martes, 24 de febrero de 2015

Composiciones III




  • " El tiempo se vuelve paso lento hasta la cumbre del agudo dolor cuando te pienso y no te tengo; mas mis días se oscurecen y mis noches se tornan eternas sumidas en los terrores de mi mente que te recuerdan y me recuerdan que no vivo, sino sueño".

  • "Cortinas de humo. Lluvia dentro de una mente desordenada. Pero ¿de qué me preocupo si salgo y el mundo está nublado? Aspiro salvaje la magia de la noche húmeda, fría; mientras fieros instintos recorren mis venas. Hoy me siento más animal que nunca… El eterno retorno…"

  • "¿Por qué se sufre tanto por algo pasajero? ¿Por qué se llora cuando no se comprende algo? Somos tan arrogantes como para pedir una razón por todo aún cuando no sabemos si merecemos conocerla. Vidas planas que lloran por lo perdido o por lo que pudieron tener, pero nunca por lo que tienen. Hipócritas que reciben la verdad como una bofetada, y se revelan contra ella… Otros… se ven obligados a arrastrarse en la locura rayando la maldad…"

  • "Es fácil decir: <<Te voy a echar de menos>>.
    Es insufrible esperar verte de nuevo.
    Insoportable oír tu voz por teléfono.
    Tengo que cerrar los ojos para no ser
    del todo consciente de que
    no estamos el uno frente al otro.
    Y quiero hacerme lo más pequeña posible
    para así no dejar espacio a este dolor.
    Querer desaparecer en sueños cálidos
    de caricias y piropos,
    de miradas y besos.
    Notar cómo las fuerzas decaen
    como una conexión que se pierde
    cuando no contactamos de una manera
    u otra...
    Y la energía que remonta
    después de un instante leyendo tus frases
    en la fría pantalla...
    Amor, felicidad, mi vida..."  







jueves, 19 de febrero de 2015

Composiciones II




   “Un fantasma que vaga en la melancolía de una fría noche de invierno… Ahonda su pesar al recordar la vida que perdió… Una huella que titila en la memoria de una historia oxidada… El paso que se desvanece en el infinito eco…”



“Si pudiera me arrancaría la piel a tiras para empezar a sentir… 
 El inconmensurable dolor del putrefacto pero sangrante corazón que me acontece.
 Arañaría sin piedad la piel para desangrarme de una vez”



“No, no puedo detenerme aquí. He de completarme. He de alcanzar de nuevo ese estado que abandoné.
Soy un trastero de viejas ideas polvorientas que se amontonan inservibles…Pero que un día han de ver la luz…”


“La realidad emerge. El cielo se abre. Se rompe la vida dentro del cuentagotas… Destinada a desaparecer absorbida por un remolino de nublosa presión”

"Detestable humano, alabado animal. El silencio que hace al abismo más oscuro e inmenso. ¿Qué es lo que lleva a esta situación de desconcierto y angustia? ¿El continuo y repugnante cinismo? ¿La descarada hipocresía bastarda? ¿Las promesas baratas?

La burla de la fragilidad humana se ensaña con la vulnerabilidad del individuo en su capacidad de sentir emociones tan intensas como complejas. Emociones que adormecen la consciencia, taladran la realidad, nos sumergen en un mar de basura, humillan el orgullo, nos hacen ser grotescas marionetas, vagabundos emocionales…
Caminante, estás obligado a andar, a tropezar y a perecer.
Caminante, ¿cuál es la meta? ¿Para qué dejar tus huellas?
Conocidos son los mitos de la verdad, la honradez, la sinceridad, el respeto… solo mitos…"

miércoles, 11 de febrero de 2015

Composiciones


1
¡Que se sirvan los afilados cuervos de mis frágiles huesos!
Ya no siento ni padezco...
La indiferencia me ha hecho indolente...
Me está deshumanizando

2
No necesité más que la tenacidad propia para dar los pasos.
Para recordar lo que fue vivir.
Sin más apoyo que el de mi mano.
Resistí iracunda la brecha temporal
Me arrodillé exhausta.
Dejando que el frío aire penetrará mi nuca.
Arrastrando oscuros susurros
que adormecían mi mente,
y me alejaban de mí
hacia infinitos ecos de negra soledad.

3
¡Invierno, ven ya!
¡Arrópame con tu triste manto nocturno!
Convierte mis noches en dulces viajes
hacia sueños inalcanzables,
hacia recuerdos inventados,
hacia las lejanas constelaciones.
Agriétame manos y labios.
Atrápame bajo la penumbra
de tus sábanas frías.
¡Cómo anhelo tu navideño hedor...!


sábado, 31 de enero de 2015

Habitación Oscura





Ya me desprendí de esos brazos que acunaban seguridad. Ahora me siento a solas en la penumbra a contemplar cómo van cambiando las tinieblas en la noche.
Si cierro los ojos en calma y me concentro, puedo notar cómo serpentean mis miedos, cómo se arrastran maquiavélicos por los huecos de mi alma.
Casi puedo sentir el revolotear de mis sueños. Esa brisa fresca, matutina, que levantan con su vuelo.
Pululan a placer por la estancia nocturna. Me abandonan...

He vuelto a encerrarme en esta oscura habitación, donde mando a callar al molesto silencio cada noche; cada día.

Me he sentado de nuevo en esa silla. Aprecio las hendiduras que su sombra refleja en el suelo.
En mitad de esa habitación, dejándome acariciar por los últimos rayos del sol que muere a mi derecha. Sintiendo el gélido baño de la luna anciana, pálida; luna que invade mi soledad, se cuela por los barrotes de mi ventana para rozar mis pies.


Hace días que desapareció mi apetito. No recuerdo la última vez que me levanté de esa silla... Ni siquiera estoy segura de que haya salido de esta habitación alguna vez... Quizá siempre he estado aquí, quizá soy parte de ella desde el principio...

jueves, 22 de enero de 2015

Reencuentro





Sólo soy capaz de encontrarme a mí misma en la inmensidad del silencio nocturno. Es en ese instante en el que abro la ventana a la temprana o tardía brisa de la madrugada cuando pongo los pies sobre la tierra. Con este ritmo frenético diario que me obliga a no pensar. Me pierdo entre telarañas mentales que no llegan a formarse. A veces puedo pasar meses sin hallarme.

Son en estos períodos en los que mis sentimientos, mis instintos erosionan bajo mi piel. Me piden a gritos salir, abrir mi alma una vez más... y yo sin saberlo, acallo este murmullo que me da la identidad. Maldita rutina...
Necesito esa falsedad, esa ansiada “libertad”. La necesito y no me doy cuenta de cuánto y cuándo.
Amanece la vida pasajera con un atardecer tan cercano que me atemoriza abrir los ojos.
Vamos a dejar una huella. Que se acuerde alguien de nosotros en alguna tarde de lluvia, en alguna conversación sin trascendencia o en algún momento sin más.

En esta procesión de pensamientos, tal vez incoherentes, en los que estoy inmersa esta noche, no puedo más que recordar mi corto recorrido hasta hoy; mi pequeño caminar.
Y claro está, desvarío como una loca. Pero, qué bueno es estar loco en un mundo tan irreal.

Ya me voy despidiendo (al menos en este texto) porque, como siempre, nunca sé cómo llegar a un final perfecto.   

lunes, 19 de enero de 2015

Evocaciones






Me gusta pensar que soy el mismo de siempre.
Que mi espíritu joven no se adormece con el pasar de los años.
Pasear cada día hasta el mismo acantilado,
sentir el crujir de las piedras bajo mis pies
como si fuera la primera vez.

Notar el rumor de la brisa vespertina
recorrer mis nudillos sobre el bastón.
Escuchar el cantar del mismo gallo
una mañana sí y la otra también.

Sentarme bajo el frescor de la higuera
y saborear el fruto temprano de mi huerta.
Ver el camino perfecto que forman las hormigas
y hundir mis dedos en la tierra tostada por el sol.

Me conformo con mi simplicidad. No quiero más.

Pero, es imposible ignorar que todo tiene un fin.
Amargamente recuerdo mi solitaria mesa,
siestas rotas y la sequedad de mi boca al pedir agua fresca.
A pesar de mi cuerpo cada vez más quebradizo,
aún puedo notar mis sentimientos erosionar bajo mi piel.

Ya no percibo tu perfume en la almohada;
apenas se oye el eco de tus lejanos pasos.
Cómo penetra en mis huesos el olor a tierra mojada.
Se tiñen de sepia los recuerdos de antaño.
Ahora las sombras de las resecas ramas
gobiernan nuestra morada.

Los atardeceres eternos bañan las tejas de cobriza tristeza.