sábado, 31 de enero de 2015

Habitación Oscura





Ya me desprendí de esos brazos que acunaban seguridad. Ahora me siento a solas en la penumbra a contemplar cómo van cambiando las tinieblas en la noche.
Si cierro los ojos en calma y me concentro, puedo notar cómo serpentean mis miedos, cómo se arrastran maquiavélicos por los huecos de mi alma.
Casi puedo sentir el revolotear de mis sueños. Esa brisa fresca, matutina, que levantan con su vuelo.
Pululan a placer por la estancia nocturna. Me abandonan...

He vuelto a encerrarme en esta oscura habitación, donde mando a callar al molesto silencio cada noche; cada día.

Me he sentado de nuevo en esa silla. Aprecio las hendiduras que su sombra refleja en el suelo.
En mitad de esa habitación, dejándome acariciar por los últimos rayos del sol que muere a mi derecha. Sintiendo el gélido baño de la luna anciana, pálida; luna que invade mi soledad, se cuela por los barrotes de mi ventana para rozar mis pies.


Hace días que desapareció mi apetito. No recuerdo la última vez que me levanté de esa silla... Ni siquiera estoy segura de que haya salido de esta habitación alguna vez... Quizá siempre he estado aquí, quizá soy parte de ella desde el principio...

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